O la marejada frágil de su cuerpo sobre la mesa
I
Podría decir, con certeza de infante, que en su cintura se amasaron las furias más
estridentes Y quien pudo contener el llanto fue aquel que esquivó la densidad abrumadora de
mañanas enteras / Pero hay quienes nos vimos intimidados por un puñado de miel,
por sus mejillas adiestradas para cazar pestañas y alientos ingenuos y
paradas de buses.
II
Aumenta la fiebre de los cangrejos. Mientras tanto, la cerámica continúa esperando
ansiosa por fricción. Mientras tanto, la Venus suda un poco de piedad & se seca el cuerpo
con prendas olvidadas.
Y los barcos en la orilla cuentan por masoquismo & por despecho cuántos barcos hay en
la orilla. De no contar cuántos siguen. De no codiciar haber seguido navegando en sangre
/ Se podría decir también que aún no se descubre al que colgó tantos riñones al lado de la
Ropa húmeda ni quién
Luce la cintura perforada por dos ciudades de fuego.
Los focos, los motivos se oponen a cada lado
Ni quién (se ha perdido un verso a estas alturas)
III
Pero se sabe a masas que sus muslos huelen a repostería fina. En cuanto dejemos de llorar
pulpa de rojos frutos en cuanto el milagro de los días deje de parecer
asunto de los dioses i pase a ser el trofeo que el mendigo manipula con angustia al prenderse
los postes en cuanto
Podría anotar en las rocas, algo así como
Que no sortean porque no se sortean
Cazadores espuma hornos ni espectros ni fiebre de ninguna clase
En estas calles de piel que las venus saladas lloran por ocio;
A llorar pulpa humana en platitos de porcelana
Y servirlos en el mantel de los sueños morbosos del mendigo.
Pero la verdad es que:
De los ojos pulpa llorando sin pausa
Entre tobillos de lata alojo mi prudencia.
Prudencia que llora sin ojos
Prudencia que rasguña sus músculos desnudos.
/ Y los espejos siguen calcando a las espaldas /
Toma el lápiz & dibuja un capítulo con paciencia de mar
Junto al fuego - no lo olvides- junto a él bebe & marca
Ahí se adornan las baldosas con llanto & ojos de colección.
Puedo jurar –a ratos- que se amasan las peores injurias en su cintura.
De manera que al optar por el sur
Podemos oler a repostería fina en sus muslos.
O algo así.