martes, 2 de agosto de 2011

La borrachera de la Venus que se convirtió en mar.


O la marejada frágil de su cuerpo sobre la mesa



I

Podría decir, con certeza de infante, que en su cintura se amasaron las furias más

estridentes Y quien pudo contener el llanto fue aquel que esquivó la densidad abrumadora de

mañanas enteras / Pero hay quienes nos vimos intimidados por un puñado de miel,

por sus mejillas adiestradas para cazar pestañas y alientos ingenuos y

paradas de buses.



II

Aumenta la fiebre de los cangrejos. Mientras tanto, la cerámica continúa esperando

ansiosa por fricción. Mientras tanto, la Venus suda un poco de piedad & se seca el cuerpo

con prendas olvidadas.



Y los barcos en la orilla cuentan por masoquismo & por despecho cuántos barcos hay en

la orilla. De no contar cuántos siguen. De no codiciar haber seguido navegando en sangre



/ Se podría decir también que aún no se descubre al que colgó tantos riñones al lado de la

Ropa húmeda ni quién



Luce la cintura perforada por dos ciudades de fuego.

Los focos, los motivos se oponen a cada lado



Ni quién (se ha perdido un verso a estas alturas)



III

Pero se sabe a masas que sus muslos huelen a repostería fina. En cuanto dejemos de llorar

pulpa de rojos frutos en cuanto el milagro de los días deje de parecer

asunto de los dioses i pase a ser el trofeo que el mendigo manipula con angustia al prenderse

los postes en cuanto



Podría anotar en las rocas, algo así como

                  Que no sortean porque no se sortean

                  Cazadores espuma hornos ni espectros ni fiebre de ninguna clase

                  En estas calles de piel que las venus saladas lloran por ocio;

                  A llorar pulpa humana en platitos de porcelana

                  Y servirlos en el mantel de los sueños morbosos del mendigo.

Pero la verdad es que:

                De los ojos pulpa llorando sin pausa

                Entre tobillos de lata alojo mi prudencia.

                Prudencia que llora sin ojos

                Prudencia que rasguña sus músculos desnudos.

                / Y los espejos siguen calcando a las espaldas /

                Toma el lápiz & dibuja un capítulo con paciencia de mar

                Junto al fuego - no lo olvides- junto a él bebe & marca

                Ahí se adornan las baldosas con llanto & ojos de colección.

                Puedo jurar –a ratos- que se amasan las peores injurias en su cintura.

                De manera que al optar por el sur

                Podemos oler a repostería fina en sus muslos.

O algo así.