ese día yo salí con un poema en el bolsillo, una hojita en la chaqueta arrancada de la mitad de mi libreta, salí también con la canción asida a la oreja, bolero frutal. Ese día aprendí la costa otra vez y recogí mi falda perpendicular al mar. Ese día, esa tarde, esa madrugada tuviste cara de sal y de humo y de piedra. Coincidió mi cadera con el contorno del primer cerro, me detuve, olí y caminé tu olor. Fragmentada busqué de espaldas tu abrazo y lo encontré desvanecido en un aplauso funerario. Ese día volví a mi útero seco con un poema viejo.
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